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Lo peor de tener una lesión medular

Lo peor de tener una lesión medular no es no poder andar, eso es lo de menos. Al fin y al cabo, rodar tampoco está tan mal, te acostumbras. Hay otro tipo de consecuencias que son más difíciles de integrar en tu vida sin que te ocasionen incomodidad, vergüenza, impotencia o dolor.
Si tienes una lesión medular, lo mejor que te puede pasar es que tus extremidades superiores no se vean afectadas. El nivel neurológico de la lesión determinará las capacidades que permanecerán operativas y la independencia que tendrás.
Como he comentado, lo importante no es no poder andar, no son las piernas, unas manos operativas permiten hacer una vida prácticamente como la de cualquier otra persona sin lesión medular, informa el blog "elsaltodiario.com".
Para entrar mejor en el tema y abarcar su importancia, añado un breve resumen extraído de la página del Hospital Nacional de Parapléjicos de Toledo, centro de referencia en lesión medular:“La médula espinal es la gran autopista, protegida por la columna vertebral, por la que circulan los impulsos nerviosos de ida y vuelta del cerebro al resto del cuerpo. Cuando la médula se daña, se interrumpe la comunicación de mensajes, desde el punto donde se ha producido la lesión y, en mayor o menor grado, según si esta es completa o incompleta. Este hecho se concreta en la pérdida del movimiento voluntario, de la sensibilidad, además se producen trastornos neurovegetativos, alteraciones de las funciones vesical e intestinal, del sistema cardiovascular y de la función sexual”.
A todo lo anterior, se unen también la posibilidad de tener trombosis venosas profundas, espasmos musculares, osteoporosis, úlceras de decúbito, dolores neuropáticos crónicos, trastornos de la regulación de la temperatura corporal y complicaciones respiratorias.
VEJIGA NEURÓGENA
La afectación de la médula espinal hace que la señal del cerebro no llegue correctamente a la vejiga y, por tanto, la orina almacenada en ella no puede controlarse bien, tanto por tener incontinencia urinaria como por no poder expulsarla completamente. Esto puede provocar continuas infecciones urinarias, renales, litiasis e insuficiencia renal.
El tratamiento médico consiste en reducir la presión de la vejiga con fármacos y vaciarla mediante sondajes intermitentes.
La mayoría de las personas con lesión medular nos sondamos de manera intermitente o llevamos una sonda permanente. Tener el suficiente control motor para poder realizar los autosondajes, permite vaciar la vejiga uno mismo, manteniendo la independencia que todos necesitamos y aumentando la calidad de vida.
El problema que pueden originar estos autosondajes son las continuas infecciones urinarias y que al tener que hacerlo varias veces al día, puede limitar a la persona a la hora de salir de casa por un largo periodo, aunque pueden realizarse también fuera si se mantiene cierta higiene y esterilidad.
Existen también de colectores, que permiten almacenar la orina durante más horas en una bolsa y vaciarla cuando se llene, prolongando así el tiempo entre sondajes, y reduciendo su número.
Los medicamentos que suelen recetar están indicados a controlar y reducir la frecuencia de los autosondajes. Si el tratamiento no fuera suficiente para poder mantener la orina en la vejiga entre sondajes, la inyección de la toxina botulínica, conocida coloquialmente como “Botox”, es otra de las posibles soluciones.
Suele usarse como relajante de la musculatura de la vejiga para poder mantener durante más horas la orina en ella, lo que permite aumentar el tiempo entre sondajes.
En resumen, las personas que tenemos una vejiga neurógena, que es la gran mayoría de personas con lesión medular, realizamos autosondajes cada 6 o 7 horas para poder vaciar completamente la vejiga.
Tenemos infecciones de orinas de repetición, y, por tanto, continuamente hacemos uso de los antibióticos, con el peligro que esto supone, ya que facilita el desarrollo de bacterias y microbios resistentes, dejando de ser útiles para luchar contra ellos, es la conocida “resistencia bacteriana”.
INTESTINO NEURÓGENO
Esta es la consecuencia más importante para la mayoría de las personas con lesión medular. No me atrevo a decir que para todas ellas, aunque sí lo creo, pues no he conocido a nadie que piense lo contrario.
El estómago y el intestino funcionan de manera similar a como lo hacían antes de la lesión medular, pero el control de la evacuación intestinal suele verse afectado. Otras de las complicaciones del intestino neurógeno son las hemorroides, internas y externas, fecalomas, éxtasis gaseoso y abdomen agudo.
La reeducación intestinal comienza eligiendo una hora para la evacuación y que sea siempre la misma. Es importante que sigamos una dieta rica en fibra para conseguir una consistencia adecuada y evitar el estreñimiento. Y, si con esto no fuera suficiente, se indica la prescripción de laxantes.
Si con esto tampoco se consiguiera, puntualmente se realizarían enemas. También puede darse el caso de tener que realizar una irrigación anal o intervención quirúrgica para resolver las dificultades en el control del intestino.
Siguiendo todas estas pautas, podemos llevar una vida prácticamente normal, sin escapes. Algunas personas lo hacen diariamente, otras alternando los días; unas prefieren por la mañana, otras por la noche. Cada persona decide cuándo y cómo hacerlo para que condicione su día y vida lo mínimo posible.
Una comida picante, con exceso de fibra o una gastroenteritis puede originarlo.
Las personas que todavía pueden sentir la sensación de necesidad de evacuación tienen la posibilidad de intentar ir al baño, con cierta prisa ya que no pueden controlar el esfínter. Pero la mayoría no tenemos esa sensación, por lo que nos damos cuenta una vez ha pasado.
Si tienes una lesión medular, lo mejor que te puede pasar es que tus extremidades superiores no se vean afectadas. El nivel neurológico de la lesión determinará las capacidades que permanecerán operativas y la independencia que tendrás.
Como he comentado, lo importante no es no poder andar, no son las piernas, unas manos operativas permiten hacer una vida prácticamente como la de cualquier otra persona sin lesión medular, informa el blog "elsaltodiario.com".
Para entrar mejor en el tema y abarcar su importancia, añado un breve resumen extraído de la página del Hospital Nacional de Parapléjicos de Toledo, centro de referencia en lesión medular:“La médula espinal es la gran autopista, protegida por la columna vertebral, por la que circulan los impulsos nerviosos de ida y vuelta del cerebro al resto del cuerpo. Cuando la médula se daña, se interrumpe la comunicación de mensajes, desde el punto donde se ha producido la lesión y, en mayor o menor grado, según si esta es completa o incompleta. Este hecho se concreta en la pérdida del movimiento voluntario, de la sensibilidad, además se producen trastornos neurovegetativos, alteraciones de las funciones vesical e intestinal, del sistema cardiovascular y de la función sexual”.
A todo lo anterior, se unen también la posibilidad de tener trombosis venosas profundas, espasmos musculares, osteoporosis, úlceras de decúbito, dolores neuropáticos crónicos, trastornos de la regulación de la temperatura corporal y complicaciones respiratorias.
VEJIGA NEURÓGENA
La afectación de la médula espinal hace que la señal del cerebro no llegue correctamente a la vejiga y, por tanto, la orina almacenada en ella no puede controlarse bien, tanto por tener incontinencia urinaria como por no poder expulsarla completamente. Esto puede provocar continuas infecciones urinarias, renales, litiasis e insuficiencia renal.
El tratamiento médico consiste en reducir la presión de la vejiga con fármacos y vaciarla mediante sondajes intermitentes.
La mayoría de las personas con lesión medular nos sondamos de manera intermitente o llevamos una sonda permanente. Tener el suficiente control motor para poder realizar los autosondajes, permite vaciar la vejiga uno mismo, manteniendo la independencia que todos necesitamos y aumentando la calidad de vida.
El problema que pueden originar estos autosondajes son las continuas infecciones urinarias y que al tener que hacerlo varias veces al día, puede limitar a la persona a la hora de salir de casa por un largo periodo, aunque pueden realizarse también fuera si se mantiene cierta higiene y esterilidad.
Existen también de colectores, que permiten almacenar la orina durante más horas en una bolsa y vaciarla cuando se llene, prolongando así el tiempo entre sondajes, y reduciendo su número.
Los medicamentos que suelen recetar están indicados a controlar y reducir la frecuencia de los autosondajes. Si el tratamiento no fuera suficiente para poder mantener la orina en la vejiga entre sondajes, la inyección de la toxina botulínica, conocida coloquialmente como “Botox”, es otra de las posibles soluciones.
Suele usarse como relajante de la musculatura de la vejiga para poder mantener durante más horas la orina en ella, lo que permite aumentar el tiempo entre sondajes.
En resumen, las personas que tenemos una vejiga neurógena, que es la gran mayoría de personas con lesión medular, realizamos autosondajes cada 6 o 7 horas para poder vaciar completamente la vejiga.
Tenemos infecciones de orinas de repetición, y, por tanto, continuamente hacemos uso de los antibióticos, con el peligro que esto supone, ya que facilita el desarrollo de bacterias y microbios resistentes, dejando de ser útiles para luchar contra ellos, es la conocida “resistencia bacteriana”.
INTESTINO NEURÓGENO
Esta es la consecuencia más importante para la mayoría de las personas con lesión medular. No me atrevo a decir que para todas ellas, aunque sí lo creo, pues no he conocido a nadie que piense lo contrario.
El estómago y el intestino funcionan de manera similar a como lo hacían antes de la lesión medular, pero el control de la evacuación intestinal suele verse afectado. Otras de las complicaciones del intestino neurógeno son las hemorroides, internas y externas, fecalomas, éxtasis gaseoso y abdomen agudo.
La reeducación intestinal comienza eligiendo una hora para la evacuación y que sea siempre la misma. Es importante que sigamos una dieta rica en fibra para conseguir una consistencia adecuada y evitar el estreñimiento. Y, si con esto no fuera suficiente, se indica la prescripción de laxantes.
Si con esto tampoco se consiguiera, puntualmente se realizarían enemas. También puede darse el caso de tener que realizar una irrigación anal o intervención quirúrgica para resolver las dificultades en el control del intestino.
Siguiendo todas estas pautas, podemos llevar una vida prácticamente normal, sin escapes. Algunas personas lo hacen diariamente, otras alternando los días; unas prefieren por la mañana, otras por la noche. Cada persona decide cuándo y cómo hacerlo para que condicione su día y vida lo mínimo posible.
Una comida picante, con exceso de fibra o una gastroenteritis puede originarlo.
Las personas que todavía pueden sentir la sensación de necesidad de evacuación tienen la posibilidad de intentar ir al baño, con cierta prisa ya que no pueden controlar el esfínter. Pero la mayoría no tenemos esa sensación, por lo que nos damos cuenta una vez ha pasado.