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La muerte de esta periodista, tetrapléjica desde los 7 años, ha causado gran dolor en el Hospital de Parapléjicos Toledo

Muere Ninoska Moral, una corresponsal de la vida

Ninoska Moral Merino, periodista de 38 años y paciente durante más de 30 del Hospital Nacional de Parapléjicos de Toledo, falleció el 4 de agosto pasado. Fue una sorpresa para todos los que la conocían. Nadie imaginaba que Ninoska, obstinada, fuerte, luchadora, inteligente, vital, solidaria...un buen día dijera adiós y nos dejara aquí a todos recordando cómo vivió una vida activa sin poder mover un músculo del cuerpo.

Ninoska nació en Suiza el 5 de febrero de 1976 y vivía en Pamplona desde muy pequeña. El 21 de marzo de 1983, cuando tenía 7 años, volvía del colegio cruzando la calle Iturrama y un coche veloz la atropelló. El fortísimo impacto le provocó la fractura de las dos primeras vértebras cervicales, lo que se tradujo en una tetraplejia de grado máximo, con parálisis de las cuatro extremidades. Desde entonces ha pasado la vida conectada a dos marcapasos, un respirador artificial y un ratón bucal de ordenador, siempre bajo la atenta mirada de su padre. Si la técnica fallaba, ella dejaría de respirar.

Así, tumbada en la cama o en una silla especial, permanecía conectada al Universo, interesándose por todos y por todo. Colaboradora durante un tiempo de ABC-Toledo, donde escribía certeros artículos sobre la problemática de los lesionados medulares, la suya, su lesión, la máxima posible, no fue un obstáculo sino un resorte que impulsó su sensibilidad y su inteligencia hasta cotas inalcanzables para los que podemos andar y movernos libremente.

Claro que sufriría Ninoska, quién lo duda. A los diez años de su accidente murió su madre, y el padre tuvo que consagrar su vida a aquella niña que iba creciendo y que quería saber más y más de la vida desde aquella inmovilidad permanante. Y con ese coraje de vivir terminó la EGB y el Bachillerato, y se licenció en Periodismo en la Universidad de Navarra, donde su muerte ha sido muy sentida.

También están tristes sus colegas del Hospital Nacional de Parapléjicos de Toledo, los periodistas del gabinete de prensa, que un día se vieron seducidos por Ninoska y la ficharon como columnista de la prestigiosa revista «Infomédula». Su responsable, Miguel Ángel Pérez Lucas, dice: «Para nosotros Ninoska fue un ejemplo de superación y de libertad de expresión», algo que corroboran la periodista Elena López y el fotógrafo Juan Carlos Monroy.

Pero fueron los médicos que la conocieron y trataron durante tanto tiempo en el Hospital Nacional de Parapléjicos los que mejor pueden hablar de quién fue y cómo vivió Ninoska Moral Merino. En declaraciones a ABC, la doctora Claudia Gambarruta, neumóloga del Servicio de Medicina Interna del centro toledano, solo tiene palabras de elogio: « Fue un ejemplo de mujer, ejemplo de profesional, ejemplo de paciente.. porque fue una excelente paciente toda su vida, una excelente enferma que asumió su lesión medular con integridad y con orgullo, que se desarrolló como lesionada medular tetrapléjica dependiente de un marcapasos diafragmático, pero que le permitió terminar su colegio, terminar su carrera y ser una periodista absolutamente volcada a la problemática de nuestro hospital».

«Fue agradable, linda, buena, ayudó a un montón de gente con este mismo problema; siempre tuvo un sentimiento y una actitud positiva a tantos embates que le dio la vida desde tan chiquita. Fue una paciente muy fácil, todo lo hacía fácil ella. Lo que le pudimos brindar con el marcapasos fue una libertad entre comillas que le permitió mucho más que otros lesionados medulares de su mismo nivel».

Gambarruta supo de la muerte de Ninoska el mismo día que se produjo: «Me llamó llorando su padre a las 8.10 de la mañana y no lo podía ni creer, no lo esperaba para nada», dice emocionada la doctora. Explica que su paciente no pudo superar una «complicación extrarespiratoria, hizo una crisis irrefléjica y una hemorragia intracerebral. Salió de la hemorragia y del coma, pero quedó muy tocada. Y al cabo de tres meses, murió. Pero murió sin darse cuenta. Estaba sentada ante su ordenador, escribiendo», cuenta.

La emoción vuelve a las palabras de la especialista: «Imagínese, si la conocí en el hospital con 9 años...es mucho. Y además, ¡vivió tantas desgracias en su vida!, la muerte de su madre...y siguió adelante con esa fuerza vital que tenía impresionante. ¡Ojalá la tuviésemos todos! Era increible, con lo divina que era cuando era chiquitina, y cómo se fue transformando. Y ella siguía adelante con su sentido del humor».

Antes de Gambarrura, a Ninoska Moral la trató otro gran especialista en Medicina Interna que, además, fue director del Hospital Nacional de Parapléjicos. El doctor Jesús Mazaira, jubilado hace diez años, cuenta a este diario que se enteró de la muerte de Ninoska por otro paciente muy amigo de ella, a quien su padre llamó dándole la triste noticia. «Yo entonces hablé con el padre y me contó todo lo sucedido. Cuando la niña llegó al hospital entonces yo era el director, y le proporcionamos el cirujano para que le pusiera el marcapasos diafragmático. Yo llevé su tratamiento durante muchos años».

El Hospital Nacional de Parapléjicos fue pionero en España en el uso de esta técnica introducida por el doctor Mazaira y fue en 1982 cuando se implantó por primera vez, precisamente con pacientes como Ninoska Moral Merino. Desde entonces se han intervenido 43 pacientes que presentaban una insuficiencia respiratoria causada por lesión medular cervical alta.

«Ella fue la primera a quien se le implantó en España. Era una técnica nueva que escasamente se hacía en Europa. La técnica supuso para estos enfermos permitirles respirar y en vez de vivir cuatro años o cinco años, han vivido hasta treinta o más. Eso les daba ganas de vivir y de luchar. Fantástico».

A pesar del tiempo transcurrido, el doctor Mazaira recuerda perfectamente aquellos años, aquellas primeras visitas de Ninoska, tan pequeña, al hospital. «Le interesaba todo, tenía unas ganas de vivir enormes; optimista, inteligente, se adaptaba perfectamente a su situación tratando siempre de ser solidaria y estar con los que tenían su misma situación, incluso mejor que ella. Su voluntad era enorme, se hizo periodista. Era una chica de un gran poder personal. Fue ejemplar».

«¿Y merece la pena vivir una vida con tan graves limitaciones físicas?», se pregunta el doctor. Y se contesta: «pues sí, merece la pena, porque tener gente que quiera vivir con esas incapacidades tan límites, que no pueden moverse, ni respirar, solo mover un poco la cabeza y poder superar toda esa situación, es algo increible, un ejemplo para todos nostros».