Joanna Carreras, con una discapacidad del 65%, lleva preparándose desde octubre para el ascenso al Mont Blanc la próxima semana
Cuando la discapacidad no es una barrera sino un estímulo

El deporte demuestra que la discapacidad limita pero no impide. Y en el caso de la montaña, además, aporta una sensación de libertad difícil de conseguir en el día a día de un discapacitado. "La gente joven por el hecho de tener una discapacidad está más arropada por su familia y por su entorno. La montaña les aporta autonomía y libertad a la vez que trabajan en equipo", cuenta Miguel Ángel Gavilán, alma Mater de la asociación 'Montañeros sin barreras' cuyo objetivo es la integración deportivo-social de los discapacitados al mundo de la montaña. Reportaje publicado en el diario "Marca"
Sabe de lo que habla. Miguel Ángel se inició a los 13 años en la escalada y desde muy joven ingresó en el ejército pero en un acto de servicio perdió una mano. Tras el accidente se alejó de la montaña durante diez años hasta que un buen día, a través de la ONCE, volvió. Fue entonces cuando se dio cuenta de que se podían hacer muchas cosas con discapacitados visuales y físicos. Empezaron a escalar con invidentes en España pero pronto hicieron expediciones internacionales al Kilimanjaro, el Elbrus, el Aconcagua y el McKinley y tienen pendiente el Everest, Castenz y Vínsor para hacer realidad el proyecto 'Siete cumbres para un invidente'.
"Ha habido momentos delicados como en el Himalaya o en el McKinley. Aunque estés preparado me falta una mano, Ricardo sólo ve un 5% o en el caso de Joanna tiene una discapacidad intelectual. Todos tenemos un hándicap físico o intelectual", recuerda.
Primer reto con una discapacitada intelectual
Hándicaps que se superan con un buen entrenamiento y rodeándose de un gran equipo. El próximo reto es la ascensión al mítico Mont Blanc (4.810m) por la ruta de los cuatromiles a partir del 10 de julio con Joanna Carreras, una chica de 20 años con discapacidad intelectual que hasta hace ocho meses no había hecho alpinismo. "Nunca imaginé que iba a subir una montaña", confiesa esta estudiante de jardinería que reconoce que le da miedo "por si me voy a caer, me voy a partir una piernas o necesito a mis padres", pero tiene "mucha ilusión". Se trata de todo un reto porque en la montaña, la cabeza es fundamental.
Su padre nos cuenta cómo ha cambiado desde que practica este deporte: "Joanna no había salido de casa, su autonomía era muy limitada y ahora empieza a tomar decisiones, a manejarse y organizarse. Sus amigos, en el colegio, la familia... todos han notado que el proceso madurativo se ha acelerado, ya discute decisiones, se plantea retos. Se está volviendo adulta".
"La discapacidad no tiene limítes. Los límites se los ponemos los que les queremos porque tratamos de protegerles. Queremos que el caso de Joanna sea una puerta nueva para los chicos con discapacidad, que sepan que puedan salir de casa si se le dan los medios y los apoyos necesarios", añade.
Exhaustivo entrenamiento partiendo de cero
Joanna tendrá que superar muros de hielo, grietas glaciares, muchos metros de desnivel, los efectos del mal de altura y una climatología adversa en muchas ocasiones en el Mont Blanc. Para solventar con éxito todo ello, esta joven madrileña ha recibido durante los últimos seis meses un exhaustivo entrenamiento tanto físico como técnico.
"Empezamos de cero. Trabajamos dos días a la semana el aspecto físico y el específico y durante otros dos preparamos la parte técnica (escalada y ascensión para salvar fuertes desniveles con peso). También se está preparando a dos guías femeninas para guiarla y acompañarla", añade Miguel Ángel.
Esas dos guías son Gema y Victoria, que han recibido formación, además de técnica, sobre los diferentes tipos de discapacidad que hay para conocer sus carácterísticas físicas y neurológicas.
"Pero lo que más experiencia te da es estar con ella. En la práctica ves cómo te tienes que comportar. Con Joanna sobre todo se trata de la naturalidad, de dar instrucciones muy claras y de disciplina. Aunque conoces la teoría, poner eso en práctica es complicado", cuenta Gema.
"La mayor dificultad que ha tenido Joanna es su temor a la altura, como si tuviese un poco de vértigo y eso se supera trabajándolo, pero ha hecho progresiones impresionantes. Físicamente va muy bien y también a nivel motor, de movimientos", añade.
Increíble capacidad de superación
De Joanna todos destacan “su capacidad de superación y de lucha. Aprendes de su actitud positiva, no se queja de nada y disfruta muchísimo”, recuerda Gema.
Una opinión que comparte Abraham Menes, encargado de la preparación física de los discapacitados en ‘Montañeros sin barreras’. "Para mí es una pasada ver su afán de superación. Son un ejemplo. Muchas veces aprendemos más nosotros de ellos que ellos de nosotros".
Y continúa: "Es un grupo muy agradecido. Ya no es sólo el aspecto deportivo sino también el humano. Requiere un sacrificio extra porque te tienes que poner en su piel, intentar entenderles en situaciones extremas. El alpinismo te exige mucho y hay que tener la cabeza muy fría. Los discapacitados intelectuales son gente que se da cuenta de la realidad, es consciente de sus limitaciones y tienes que luchar con ello. La negatividad es muy dura, también tienes que ir tú preparado”, agrega.
Entrenan cuatro días en semana. La resistencia se trabaja en gimnasio y corriendo y la técnica de escalada en un rocódromo o escalando en roca por la sierra de Madrid.
Y para prepararla mentalmente para la ascensión al Mont Blanc, que supondrá largas jornadas, han ascendido el Almanzor, el Mulhacén (el pico más alto de la Península) y este fin de semana el Aneto.
Una expedición de lujo
En total serán cinco miembros del Equipo de Alta Montaña de 'Montañeros Sin Barreras', cuatro deportistas con distintas discapacidades, tres miembros de la Escuela Militar de Montaña y Operaciones Especiales del Ejército (sobre todo por su seguridad), un médico y un cámara de altura.
El Mont Blanc no es más que es el punto de partida para Joanna. Su siguiente reto probablemente será el Kilimanjaro. Joanna es un claro ejemplo de que muchas veces los límites y las barreras las ponemos nosotros.