Está usted en: Divulgación sanitaria -> Prevención

La tasa de bacterias resistentes llega al 54% en algunos rincones del planeta

Las resistencias a los antibióticos se ceban con España

Aunque dentro de la fotografía mundial España aparece bien situada, cuando únicamente se analizan cifras europeas, nuestro país figura en el grupo de cabeza de países con mayores tasas de microorganismos resistentes a los antibióticos. Así se desprende del primer informa mundial de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que considera este problema como una de las principales amenazas para la salud pública en todo el problema.

Hasta tal punto existe preocupación en el organismo sanitario de Naciones Unidas que su subdirector general, el doctor Keiji Fukuda, ha alertado de que el mundo se puede ver pronto abocado a "una era postantibióticos, en la que infecciones comunes y lesiones menores que han sido tratables durante decenios volverán a ser potencialmente mortales".

El informe analiza siete de las bacterias más frecuentes (tanto en el ámbito hospitalario como fuera de él) en 114 países de todo el mundo y sus conclusiones son preocupantes: "Si no cambiamos nuestra forma de producir, prescribir y utilizar los antibióticos, el mundo sufrirá una pérdida progresiva de estos bienes de salud pública mundial".

Como explica a EL MUNDO el doctor Rafael Cantón, vicepresidente de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (SEIMC), algunos de estos cambios que reclama a OMS (como mejores sistemas de información o vigilancia, o una mejor prescripción de estos medicamentos) ya han empezado a dar sus frutos en España, donde se aprecia una reducción de las resistencias con respecto al pasado. A pesar de ello, las cifras que ofrece la OMS colocan a España e el grupo de países con peores tasas, junto al resto del sur de Europa y las naciones bálticas.

"Siempre ha habido una frontera norte-sur en esta cuestión", explica el jefe del servicio de Microbiología del Hospital Ramón y Cajal, que atribuye ese mal uso tradicional de los antibióticos "a esa mentalidad popular de que no pasaba nada por tomarlos mal". Por eso subraya los esfuerzos en este terreno del Ministerio de Sanidad; "no estamos en una situación incontrolable, pero se está trabajando en ello".

Infecciones urinarias, neumonías, heridas y suturas quirúrgicas, diarreas, gonorrea y otras enfermedades de transmisión sexual... No hay apenas una familia de infecciones comunes que se libre de las cepas que han dejado de responder a los antibióticos más habituales, como los carbapenémicos, las fluoroquinolonas, las cefalosporinas o la meticilina.

Por ejemplo, según datos extraídos por EL MUNDO del atlas mundial de la OMS, en España la tasa de Escherichia coli (responsable del 80% de infecciones urinarias) resistente a fluoroquinolonas es del 34,5% (y un 12% no responde a cefalosporinas de tercera generación), lo que nos sitúa como uno de los países con peor perfil, junto a Grecia, Italia o Portugal.

En el caso de Klebsiella neumoniae (causante de problemas respiratorios, pero también de infecciones sanguíneas o urinarias), España ostenta una tasa del 13,4% de resistencias a cefalosporinas de tercera generación (frente a, por ejemplo, sólo el 3,4% en Finlandia pero casi el 35% en Francia). En cambio, la resistencia a carbapenemos es de apenas el 0,3% en nuestro país, muy por debajo de la media internacional (4,7%). Ésta es la familia de bacterias que más preocupa, admite el especialista español, que también destaca los logros obtenidos en el control de Staphylococcus aureus. "Aunque la cifra del 22,5% de resistencias a meticilina puede parecer alta es una buena noticia porque supone un importante descenso con respecto al pasado", explica el doctor Cantón.

El problema de las resistencias, como coinciden el doctor Cantón y la OMS, no es sólo que empeore el pronóstico del paciente (la mortalidad con cepas de S.aureus resistentes es un 64% mayor), sino que alarga su estancia en el hospital, que a su vez incrementa el riesgo de nuevas infecciones y puede llegar a multiplicar por tres o por cuatro el coste económico del tratamiento. De hecho, añade el representante de los microbiólogos españoles, muchos de los antibióticos que tienen que emplearse en estos pacientes tienen un perfil de seguridad peor que los que se usan en primera línea, "son más antiguos y más tóxicos", y a veces ni siquiera tienen forma de pastilla, lo que obliga a ingresar o a acudir al hospital de día para recibirlos por vía intravenosa.

La OMS explica que la aparición de resistencias entre los microbios es un proceso natural, que permite a los patógenos ir evolucionando. Sin embargo, algunas actividades humanas, encabezadas por el mal uso de los antibióticos (tanto en humanos como en agricultura), agravan esta situación. La falta de sistemas de información, vigilancia y coordinación adecuados en los estados, las carencias en métodos diagnósticos adecuados y las malas prácticas preventivas o de higiene en los hospitales también contribuyen a este preocupante panorama mundial.